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El Sindicato de Profesores de la Universidad Nacional Experimental del Táchira, ante los abominables y absurdos secuestros y posteriores asesinatos de los ciudadanos Bryan, Jason y Kevin Faddoul, Miguel Rivas y Filippo Sindoni en circunstancias similares; así como el del ciudadano Jorge Aguirre, reportero gráfico de la Cadena Capriles, en un incidente mucho más extraño y sospechoso que los anteriores; expresa su condena más enérgica y terminante a tales hechos, que constituyen acontecimientos inéditos en la historia del país y una práctica que es absolutamente contraria a la idiosincrasia y modo de ser y actuar de los Venezolanos. Semejantes comportamientos solo pueden concebirse y emerger de la mente de individuos sicóticos criminales y despreciables, que deben ser condenados sin excusa, por toda la sociedad venezolana. La similitud del “modus operandi” en los casos señalados, mueve a pensar en la posibilidad de que oscuros intereses hagan lugar común en ellos y obliga a exigir de las autoridades respectivas, una averiguación a fondo que desnude ante el país, las razones y los responsables de estos crímenes. Igualmente despreciable y propio de mentalidades delictivas, es la actitud de aquellos que, en nombre de un dolor que no sienten, pretenden sacar provecho político de esta situación y aún más, utilizar la justa indignación y dolor de la población, para provocar situaciones de violencia, en un intento más de desestabilizar el país, convirtiendo una vez más en carne de cañón, a personas que de buena fe desean manifestar su descontento y solidaridad; pero que luego, como en el pasado reciente, son arrastradas bajo engaño, a escenarios de alto riesgo. Exigimos igualmente que se investigue frente al país, la veracidad de la denunciada actuación del Sr. Luís Miquelena, Carlos Melo y del grupo político Bandera Roja, quienes han sido señalados como promotores de acciones que nada tienen que ver con la expresión del legítimo dolor y repudio a los hechos condenados, específicamente de tratar de movilizar a los estudiantes universitarios a manifestaciones, buscando quizás una nueva víctima.
En el Táchira se han producido desde hace ya mucho tiempo, hechos similares a los que ahora concentran la atención del colectivo nacional. Secuestros, vacunas, sicariato y otra serie de delitos la han azotado inclementemente, pero quizás por lo alejado del centro del país, estos no han provocado una reacción nacional como la que hoy se produce. Es esta la oportunidad para terminar con el silencio, la indiferencia y la pasividad que nos convierte a todos en cómplices. Se requiere de la movilización de toda la sociedad venezolana en general y tachirense en particular para que, asumiendo la responsabilidad que a todos y cada uno de nosotros nos corresponde, enfrentemos la delicada situación de inseguridad a la que se quiere arrastrar el país, por motivaciones inconfesables.
San Cristóbal 05 de abril de 2006
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